Me reflejo en los espejos de las mañanas cotidianas
descanso sobre mis hombros ''enroquecidos'' por endemoniados
sustento la pala que a mi alma dio cruzada
y respondo a los llamados con violentos estornudos de infiernos
voy y vuelvo en los atardeceres hacia el sol y las estrellas
son segundos los que me separan de tu aliento arrecife,
tus ojos roquerío, de tu piel musgo, de tus manos lava
y regreso a despertarme con esa tierra en mis manos ya desierta, incierta, muerta.
ya acaecida la noche que respira sobre el manto de hojas tiesas
de donde se desprenden las luces de algunas noches,
descansan mis suelos sobre los torpes sueños
que aún no logro reconocer en nadie.
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